Después
de esto, hubo una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén,
junto a la Probática, una piscina que se llama en hebreo Betesda, que tiene
cinco pórticos. En ellos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos,
paralíticos, esperando la agitación del agua. Había allí un hombre que llevaba
treinta y ocho años enfermo. Jesús, viéndole tendido y sabiendo que llevaba ya
mucho tiempo, le dice:«¿Quieres curarte?» Le respondió el enfermo:
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jueves, 25 de octubre de 2012
Jesús cura a un enfermo
Jesús
cura a un enfermo
(Juan 5, 1-3. 5-16)
«Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el
agua; y mientras yo voy, otro baja antes que yo». Jesús le dice: «Levántate,
toma tu camilla y anda». Y al instante el hombre quedó curado, tomó su camilla
y se puso a andar. Pero era sábado aquel día. Por eso los judíos decían al que
había sido curado: «Es sábado y no te está permitido llevar la camilla». Él le
respondió: «El que me ha curado me ha dicho: Toma tu camilla y anda». Ellos le
preguntaron: «¿Quién es el hombre que te ha dicho: Tómala y anda?» Pero el
curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha
gente en aquel lugar. Más tarde Jesús le encuentra en el Templo y le dice:
«Mira, estás curado; no peques más, para que no te suceda algo peor». El hombre
se fue a decir a los judíos que era Jesús el que lo había curado. Por eso los
judíos perseguían a Jesús, porque hacía estas cosas en sábado.
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